Muere lentamente quien evita una pasión
y su remolino de emociones,
justamente estas que regresan
el brillo a los ojos y
restauran los corazones.
(P. Neruda)



A todos aquellos que me han acompañado en algún momento de mi camino, a los que aun permanecen y a los que me han abandonado. A todos los que me han amado, y a aquellos que no lo consiguieron. Pero sobre todo a los que aún me quieren y siguen junto a mi. Porque de todos aprendí y  sigo aprendiendo.


Montaje fotográfico de amanecer en la playa de Rodalquilar: http://www.youtube.com/watch?v=J4aOX13FL0Y

A este relato de diciembre de 2012, añadiré otro nueve años después, en diciembre de 2021. He considerado más práctico “sumar” cuando los lugares visitados coincidan, como será el caso de las playas de San José (Mónsul y Genoveses) diferenciándolo con otro tipo de letra.

Nueve años después, sumo muchas pérdidas y pocos permanecen junto a mi. Pero mi corazón sigue aún curioso y abierto a las pasiones.

Playa de agua amarga. 26 de diciembre de 2012.

Hemos salido del invierno y regresado a la primavera. Un sol espléndido nos ha acompañado durante todo el viaje y aunque hemos salido de Madrid con una aviso en el cuadro de mandos de “temperatura exterior baja”aquí en Almería parece que el tiempo no sabe que estamos en diciembre.
Estamos en la playa de Agua Amarga ( 36º56’19.73”N; 1356’11.04”O) acompañados por cinco autocaravanas más, la mayoría alemanas y ninguna nacional. Nos rodea la paz y estamos mecidos por el rumor de las cercanas olas. Y hoy, especialmente hoy, y no sé porque, he tenido una especie de ataque de extraña sensibilidad aunque alguien podría llamarlo “sensiblería” .  Creo que además de haber comenzado un viaje en busca de playas solitarias, también estoy inmersa en una especie de “viaje interior”, iniciado posiblemente y contra mi voluntad, hace poco más de cinco meses…

 Y buscando el punto de inicio de este corto viaje hemos parado en un sitio absolutamente sorprendente: las cuevas de Sorbas en el paraje natural Karst en Yesos de Sorbas, espacio protegido donde se encuentran más de un millar de cuevas excavadas en la roca de yeso.

La visita hay que concertarla con anterioridad  llamando al 950 36.47.04.
http://www.cuevasdesorbas.com/es/index.htm

Hay dos rutas, la básica de una hora y media de duración y que recorre una cueva de yeso, y la combinada  de unas 4 horas y en las que se visita esta cueva de yeso y una de estalactitas y estalagmitas  y con mayor dificultad que la primera. Puesto que ya tenemos en nuestro haber la visita a varias de estalactitas y estalagmitas,  y ninguna de yeso, además de sumar la limitación del tiempo, nos decidimos por hacer la ruta básica.  De entre los posibles horarios (11 ,13 y 16) elegimos el último.

Así nuestro primer punto de destino serían estas cuevas a donde habíamos programado nuestra llegada alrededor de la hora de comer. Y lo cumplimos. Sin nada que destacar, llegamos a esta localidad donde hay una pequeña indicación  hacia las cuevas. Comimos a la sombra de un olivo en el aparcamiento (37º05’36.02”N; 2º06’25.21”O) y a las 16 horas nos encaminamos a la entrada. Pocos minutos después llego nuestra guia quien después de proporcionarnos unos gorros y cascos y comprobar que nuestro calzado era adecuado, nos condujo por un estrecho barranco (el del Infierno) cuyas paredes verticales en yeso nos comenzaron a sumergir en un mágico mundo.
Caminamos por lo que es el cauce de un río en un mundo lleno de cristales de yeso, donde la luz de las linternas de nuestros cascos era reflejada por  impresionantes paredes y techos cuajados de estos cristales que brillaban en la oscuridad produciendo una mágica sensación de irrealidad. Aunque el trayecto es sencillo no está exento de tener que arrastrarse, retorcerte, subir, bajar y saltar para aprovechar los recovecos que permiten el paso y evitar el agua que, ahora en diciembre y después de las recientes lluvias, discurre por la cavidad a modo de un transparente arroyo. Contemplamos grandes moles de yeso desprendidas del techo  y el yeso cristalizado en punta de flecha llenando todo lo que nos rodeaba, pero quizás lo más espectacular es un techo que el desprendimiento de enormes bloques ha dejado al descubierto y que lo denominan la Alhambra. Aquí  la naturaleza ha sido realmente caprichosa y ha derrochado belleza dejando que el sorprendido visitante  contemple, todo al alcance de la mano, una espectacular cubierta de cristales de yeso que cuelgan de él .
En lo más profundo de la cueva apagamos nuestras linternas y permanecimos unos minutos en silencio. Así quedamos desprovistos de nuestros dos sentidos principales, incapaces de ver nada más que la oscuridad más absoluta y de oir solo un sobrecogedor silencio. Y realmente creo que si durara mucho más se haría insoportable. Y a 50 metros bajo tierra, pese a este silencio y oscuridad, dudo de que pudiera dormir una noche aquí, porque su profundidad casi lo hace espeluznante.

Impresionados por esta cueva cuya visita recomendamos, y con tan solo 45 minutos de luz por delante, pusimos rumbo a donde nos encontramos ahora.

Y dirigiéndonos aquí comenzó “mi viaje”. Tras subir una loma apareció al  fondo el mar. Este mar que me tiene hechizada, que me atrae irresistiblemente con su inmensidad, infinitud, su belleza, su misterio, … y las lágrimas afloraron a mis ojos y de pronto me retrotraje tan solo unos segundos cinco meses atrás. Las fugaces imágenes del accidente fueron súbitamente sustituidas por las de la belleza que tenía frente a mi. Y me sentí inmensamente feliz, no sólo por ser capaz de disfrutar de ella, sino por hacerlo con una pasión que me sorprendió. Parecía que lo mirara con unos ojos nuevos, los de un niño que jamás había visto el mar.

La noche fue cubriéndonos suavemente con su manto, y el tono dorado se fue oscureciendo lentamente hasta que los tonos  oscuros se impusieron. La luna impide que nos rodee la oscuridad iluminando tímidamente el mar. Me invaden los recuerdos y regreso al día  4 de julio. No puedo evitar recordar todo lo sucedido en unos pocos segundos. A veces me siento extraña, como si no me reconociera a mi misma. Ese día marco un punto de inflexión. Es como si súbitamente se hubiera despertado el lado semisalvaje que siempre he llevado y que permanecía enterrado en medio siglo de años, de rutinas, de responsabilidades...Renace mi espíritu rebelde, aquel que me hace amar la vida, y aflora la pasión, la que me hace emocionarme con pequeñas cosas y  ver y sentir más intensamente. A veces, me reconozco con dificultad y si lo hago fácilmente me voy 30 años atrás, como si no se correspondiera  con mi edad.

Hemos llegado a las 18,15 a el playazo de Rodalquilar  (36º 51'28,78”N; 2º 0'14.56”O). Anochece ya, pero una impresionante luna llena iluminaba esta hermosa playa  y el mar parece reir  en una esquina al ser acariciado por la luz plateada que la luna reflejaba sobre él. Qué espectáculo más hermoso!. Aquí habíamos estado esta mañana, pero si bien nuestra intención era dormir en alguna de las playas de San José, las prohibiciones que hemos ido encontrando nos lo han impedido.

27 de diciembre de 2012. De Agua Amarga a El Playazo de Rodalquilar
Hemos comenzado el día demasiado pronto. A las 5 de la mañana un repetitivo “bip-bip-bip” nos ha sacado de la cama. Como no conocemos todavía la autocaravana, hemos estado leyendo las instrucciones. Solo se quitaba el ruidito poniendo la llave en el contacto y girando levemente, pero...a los 30 minutos comenzaba otra vez. Un poco pasadas las 8 hemos llamado a la Ford quien nos confirma que el ruido parece más bien ser de la alarma. Fugazmente y mientras hacíamos la llamada, hemos contemplado un intenso amanecer.

Después de desayunar Angel ha accedido al motor y hemos localizado el ruido que parece provenir de la sirena de la alarma. Parece que hay algún cable flojo o con mal contacto ya que al tocarlo dejaba de sonar.

Nuestro primer punto de destino era hoy la Cala del Plomo a la que el tom tom no me ha podido llevar ya que no reconocía las coordenadas encontradas en google earth como un lugar habitado así que saliendo de Agua Amarga dirección sur nos hemos desviado en una señal en la carretera que la indicaba a una distancia de 7 km. Por un camino, digamos que transitable aunque no en muy buen estado, nos hemos internado en un paisaje salvaje de una especial belleza a quien le guste, como a nosotros, estos paisajes agrestes un tanto desolados, para desembocar en una pequeña playa donde un grupo de blancas casas se apelotonan en una loma.
Y nos encontramos un grupo de autocares viejos y desvencijados, alemanes principalmente, que parecen pasarse aquí todo el invierno o  al menos gran parte de él, ya que por su aspecto parece que vayan a  desguazarse circulando por estos caminos.

La cala es bonita, y sobre todo, con una curiosa arena negra cuyo peso es mayor que el de la arena normal dorada. Suponemos que debe deberse a su nombre. Pero sinceramente, yo creo, y es solo mi juicio, que no merece la pena hacerse casi 15 kilómetros entre ida y vuelta para verla.No nos resulto muy atractiva, así que pusimos rumbo a la siguiente, a El Playazo, donde además tenemos previsto realizar una pequeña ruta que une esta playa con la de Las Negras.

De la AL-4200 sale una pista asfaltada que tras unos 2 kilómetros nos deja en esta playa (36º51’41.27”N; 2º00’23.15”O). A mitad de camino encontramos a nuestra derecha la torre de Los Alumbres del XVI construida para defenderse de los ataques de los piratas. Al final aparece a nuestra derecha esta hermosa playa de arenas doradas. Algunas autocaravanas estás dispersas por la zona.

Aparcamos y nos disponemos a hacer esta senda denominada de La Molata de un kilómetro y medio, catalogada como de dificultad media. Al principio del camino hay un cartel que ofrece información a los senderistas.  Comenzamos ascendiendo en dirección al castillo de San Ramón, aunque dejamos atrás esta fortaleza (realmente parece que es una batería de costa) a nuestra derecha para remontar parcialmente la ladera del cerro de la Molata alejándonos algo de la costa. Después, cruzamos un pequeño puente de madera para acercarnos a la costa de nuevo. Unos metros más adelante nos asomamos a un mirador sobre el acantilado donde disfrutamos de una espléndida vista que abarca El Playazo, la ensenada y los acantilados de un tono dorado realzado por su contraste con el color azul intenso del mar. El camino asciende suavemente en algunos tramos para después de unos 40 minutos asomarnos a la Cala del Cuervo junto al camping y al fondo la población de las negras cuyas blancas casas contrastan con el tono oscuro de la arena de la playa.  Decidimos subir  a nuestra derecha a una loma desde la que podemos contemplar mejor estas dos playas disfrutando de una hermosa vista.

Y ya que estábamos allí, decidimos regresar por la ladera que da al mar en vez de por donde habíamos venido, y si bien era mucho más bonita, su dificultad no la hace aconsejable.  El comienzo es un pequeño y estrecho sendero que al principio es atravesado por una   culebrilla- -parece que no se hayan enterado que han de invernar-. Pero transcurridos unos metros en medio de la senda aparecen losas de piedra con un grado de inclinación elevado por la que temo resbalar si pongo algún pie mal y el final es una caída libre al mar. Recuperamos el camino inicial casi andando a cuatro patas y cuando lo hago me enfado con Angel. Algo también parece haber cambiado en él que le ha hecho variar su sempiterna prudencia y análisis de los riesgos y le digo que además, él parece no ser consciente de ello, lo que lo hace más peligroso. Tras recuperar el camino, lo volvimos a dejar cerca de la fortaleza para asomarnos a ella. Parece habitada y de propiedad privada.

Llegamos a la auto a las 13,00 horas por lo que decidimos acercarnos a la Isleta del Moro a comer. En nuestro camino vemos una señal que indica la Torre de los Lobos, pero la carretera parece muy estrecha y la torre se ve en lo alto de un cerro, así que decidimos proseguir . Tras una subida de vértigo (pendiente del 10%) la carretera parece acabarse en un abismo que apunta al mar: Nos encontramos frente al mirador de las amatistas, un bonito balcón desde el que se divisa una preciosa vista de la costa sur, hacia San José.  

diciembre de 2021:

En Níjar, recogimos la autocaravana y pusimos rumbo a Rodalquilar. Habíamos barajado la posibilidad de  visitar las minas de oro, pero, pensamos que no iban a tener interés y estábamos ya cansados, así que dejamos atrás el camino que lleva al playazo, donde mueve años  atrás habíamos hecho noche y disfrutado de uno de los amaneceres más hermosos de mi vida junto al mar. Ahora una prohibición impedía que nos quedáramos. También atrás dejamos las ruinas de lo que en su día fueron las viviendas de los mineros y ascendimos la carretera que nos dejó en el Mirador de la Amatista, uno de los más bellos que conocemos.

Allí admiramos la belleza del entorno, los juegos de luz entre el sol y las nubes y su reflejo en el mar, para continuar hacia la Isleta del Moro donde decidimos comer en el mismo sitio que ayer.

La carretera discurre paralela a la costa hasta que llegamos a la Isleta. Vemos un grupo de autocaravanas que disfruta apaciblemente del sol en una zona baja, cercana a la playa. Nosotros decidimos ponernos en la parte superior rodeados de unas impresionantes vistas.
Tras comer nos acercamos al pueblo, semivacío y con cierto encanto. Recordamos que hace 25 años unos amigos nuestros nos contaron que les gustaba pasar unos días aquí pero hablaban de un hotel y  casas de pescadores. Nada que ver con lo que hay ahora aunque sigue siendo tranquilo y parece un sitio agradable para descansar.



Diciembre 2021

Tomamos la autocaravana y nos dirigimos a la Isleta del Moro. Y allí, por segunda vez, nos quedamos en un aparcamiento a la entrada, en lo alto desde donde contemplamos la Playa del Peñón Blanco con  unas hermosas vistas al mar. Y comimos y descansamos observando el persistente levante. Tras bajar a la playa, sobre las 17 horas ponemos rumbo al área de Los Albaricoques. Llevamos ya cuatro días fuera y necesitamos limpiar y llenar.

Nos dirigimos a San José directamente ya que Angel necesitaba echar una primitiva a medias con los compañeros de trabajo y únicamente era posible en Carboneras y en esta última localidad. Yo  tenía pensado pasar la noche en alguna de sus preciosas playas vírgenes.

Tratamos de localizar la playa de la Higuera,  en el extremo norte de San José, pero el camino desciende vertiginosamente y no somos capaces de ver el final. Nuestro cupo de tránsito por caminos de cabras estaba cubierto por hoy, así que decidimos dejarlo y dirigirnos a San José. Pero la Lotería solo abría por las mañana, así que resolvimos la situación telefoneando para que nuestro hijo la hiciera y la echara en Madrid.


Ahora, liberados ya de nuestras obligaciones, ponemos dirección a la Playa de Monsul y de los Genoveses. Mi idea inicial era pernoctar en alguna de ellas, pero hay señales de prohibición y nos cruzamos con autocaravanas que regresan. Parece que la gente se lo toma en serio, así que después de valorar dormir en un aparcamiento en San José, lejos del mar y recordando El Playazo, no lo pensamos mucho y decidimos regresar aquí. 

Pero antes, dejamos aparcada la autocaravana en el primer aparcamiento que indica la playa de los Genoveses y dimos un corto paseo hasta ella. Es un sitio salvaje, con una belleza peculiar. La luz del sol extiende sus brazos por ella pintándola de tonos dorados y alargando las sombras. El agua bate serenamente contra la arena. Unos cuantos como nosotros disfrutan de estas últimas horas del día acariciados por esta tenue luz dorada que intensifica su color sobre la arena. Pero debemos regresar o la noche nos sorprenderá.

Diciembre 2021 - Playa del Genovés

Hoy hemos estado en las playas vírgenes de San Jose, en la de los Genoveses  y de Monsul como hace…35 años, cuando descubrimos por casualidad este, entonces, escondido y desconocido rincón de nuestra geografía.  Es hermoso comprobar que esta parte  se mantiene en nuestros recuerdos prácticamente igual. Este paisaje aparentemente desolado pero lleno de belleza, los “bosques de pitas” con sus tallos secos que llenan el paisaje, las peladas y suaves montañas de la sierra, el tomillo, en flor, la vegetación típica de este lugar, que no ha variado.


Primero hemos ido a la playa del Genovés. Ya había turismos aparcados. Nos hemos acercado a la playa y la hemos recorrido de un extremo a otro, hasta la zona arbolada de eucaliptos junto al bunker hasta la duna fósil.

Hemos paseado pausadamente, con la tranquilidad que dan los años,  dejando  nuestras huellas   en la suave arena de la playa, disfrutando de las olas que avanzaban a nuestros pies, sin prisa. También hemos descubierto el curioso espectáculo de pequeñas medusas varadas y muertas en la playa, muchas, cientos quizás, gelatinosas, transparentes, con un tono rosado en su interior y con  pequeños tentáculos. Luego hemos ascendido dejando a nuestra izquierda la duna fósil de los Genoveses, asomándonos un poco hasta que la punta del Cangrejo aparece ante nuestro ojos cerrando  esta hermosa playa y hemos regresado sobre nuestros pasos para poner rumbo a la Playa de Mónsul.  


 La claridad del día va dejando paso a la noche mientras nos acercamos a El Playazo. Una vez aquí, compruebo que existe un cartel –igual que en la playa de los Genoveses y en la Isleta del Moro- de prohibición para autocaravanas que no habíamos visto antes. Pero el sitio es tan hermoso….que decido no decir nada a Angel no sea que diga que regresemos a ese aparcamiento de San José, y nos quedamos allí.  Definitivamente, el chip me ha cambiado el 4 de julio. Pensar que me pueden pillar y amargar, no solo la noche si no estos días, me da igual. Si me pillan, me han pillado, pero el lujo me lo he dado. Y si no, les hago una buena pedorreta. Hace un año…no pensaba así.

La noche invita a salir y así hago. Una docena de autocaravanas  dormitan desperdigadas. Una impresionante luna refleja su luz sobre el mar extendiéndose hasta la arena de la playa. Y el sempiterno monótono ruido de las olas muriendo…

En un lugar del camino recupero la cobertura y decido llamar a Raul para decirle dónde y en qué condiciones estamos.  Y solo se oye el ruido del mar de fondo por lo que incluso susurrando siento que estoy violando el silencio y la paz del lugar. Regreso a la autocaravana y a las 22,00 h estamos ya en la cama.

28 de diciembre de 2012. Rodalquilar-Faro del Cabo de Gata.

A las 2,30 oigo un par de veces el bip-bip-bip. Angel duerme a pierna suelta. La luz de la luna entra por la claraboya e ilumina el lado de mi cama. Qué lujo!.  El ruido desparece. Menos mal, porque le veía en pijama tocando el cable correspondiente. Consigo dormirme de nuevo hasta las 5,30 en que me pongo la radio y estoy despierta hasta las  7 en que doy una pequeña cabezada de media hora.
A las 7,30h abro el ojo y doy un salto de la cama: no me puedo perder el amanecer en esta espectacular playa. Angel dice que se queda. Veinte minutos después salgo. Todos parecen dormir. Está amaneciendo y la temperatura es fresca, tanto que la pobre Tula tiembla de frío y quiere volver a la auto, pero obediente como es, espera pacientemente metiéndose entre mis piernas buscando calor. Estamos las dos solas.
En el horizonte se marca claramente la línea oscura del mar y otra por encima de tono rosado que poco a poco va volviéndose de un tono  más  intenso. Veo como suavemente se pintan varias gamas de este color. La silueta de barcos faenando se recortan negruzcas sobre este horizonte.

A las 8,15 empieza a asomar tímidamente el disco dorado del sol que se abre paso surgiendo de la profundidad del mar e iluminándolo todo con su luz. Los tonos grisáceos se convierten en vivos colores y las sombras son desterradas. La luz lo inunda todo y llega la vida...Los rayos dorados del sol iluminan una franja del mar hasta la misma arena de la playa como queriendo acariciarla.

Creo que no he visto un amanecer tan bello como este. O lo he contemplado con otros ojos, porque amaneceres he disfrutado algunos en mi vida, entre ellos algo tan especial como el sol de media de noche. Es igual....No soy capaz de pensar en nada, solo de emocionarme con este espectáculo tan hermoso que tengo frente a mis ojos.  Solo se oye el rumor de las olas batiendo sosegadamente en la playa, entregándose a ella en paz....Una belleza...Y pienso que he estado a punto de no volver a ver ningún amanecer más....
https://www.youtube.com/watch?v=J4aOX13FL0Y

Regreso muy despacio, intentando asimilar y archivar no solo las imágenes sino las sensaciones y emociones que he ido experimentando.

Angel ya está levantado. Desayunamos y ponemos rumbo a San José a una calle en la que alguien del foro de acpasion había comentado que había una toma de agua. Pero una vez allí, no la encontramos y preguntando nos dicen que la han quitado y que posiblemente en el pozo del fraile, en la noria junto a la carretera haya una fuente.

Antes de ir, decidimos  acercamos al camping Tau, a pocos metros de donde estamos. Es donde estuvimos 25 años atrás, con nuestra tienda de campaña, y si entonces estaba a las afueras del pueblo, ahora ha sido engullido por éste, aunque sigue conservando su encanto.

Ponemos rumbo al final de la pista que va recorriendo las playas. Dejamos atrás el aparcamiento de la playa de Monsul para continuar hasta donde muere, en una explanada  pequeña donde una puerta cierra el paso (36º 43'59.23”N; 2º 8'51.56”O). Encotramos una bonita señal de prohibición de aparcamiento pero en ese momento un empleado está abriendo las puertas y a nuestra pregunta nos dice que en la época en que estamos y no siendo fin de semana, no cree que tengamos ningún problema para dejar la autocaravana allí. Aprovecho además para preguntarle por el tiempo que nos llevará llegar a la Torre de Vela blanca, a donde habíamos pensado ir, e información para ir esta tarde al faro del Cabo de Gata. 

Decidimos dejar la autocaravana pero antes de iniciar nuestro pequeño recorrido descendemos hacia la cala del Carbon por un sendero que parte a nuestra izquierda. Esta pequeña y escondida cala es toda una belleza, con unas aguas claras donde las rocas (andesitas, de origen volcánico) han adoptado formas caprichosas construyendo un puente y unas balsas de agua transparente y limpia.

Retomamos la pista y comenzamos a ascender hacia la torre. Es un ascenso suave y las vistas que vamos disfrutando son impresionantes. De frente a lo lejos se muestra la silueta de la Torre de la vela Blanca y cuando paramos y volvemos la vista atrás aparece ante nosotros un espectacular paisaje donde las suaves y ondulantes lomas oscuras y desnudas de vegetación van a morir al mar de un intenso color azul. El sol lo ilumina todo destacando aún más estos vivos contrastes. La temperatura es deliciosa, incluso hace calor.

Continuamos nuestro camino por esta pista polvorienta y la única parte un poco más negativa del camino es que hay que dar una considerable vuelta para salvar el barranco de la Parra y se hace un poco largo.

Las abruptas paredes de roca volcánica -que en algunos puntos me recuerdan vagamente a algunas paredes que vimos en Irlanda del Norte en la Calzada de los gigantes- están cuajadas de palmitos y espartos y otras especies vegetales, muchas de ellas en flor. Parecen no saber que estamos en diciembre, aunque por la temperatura tampoco se diría. Estamos en manga corta y el sol aprieta.

Enfrentamos ya el último tramo hasta llegar al final de la pista donde otras puertas cerradas tienen un cartel con información sobre la ruta  y a donde llega una carretera que es la que pasa por el faro de Cabo de Gata. Hacemos un último esfuerzo y coronamos hasta la torre. Hemos tardado unos cuarenta y cinco minutos. Desde aquí arriba contemplamos a nuestra derecha el cabo de Gata y su Faro y a la izquierda las lomas que conforman parte de este bello parque natural del Cabo de Gata, su costa y un impresionante mar azulado.
Emprendemos el regreso y mientras lo hacemos nos vamos cruzando con otros  caminantes y ciclistas.

Hora y media después estamos de vuelta y nos dirigimos con la autocaravana al aparcamiento de la playa de Monsul. Turismos y autocaravanas estás aparcados a lo largo del camino, cuando hay una prohibición expresa de no hacerlo. Lo podría comprender si el aparcamiento estuviera lleno, pero no es así.

Nos encaminamos ahora a esta hermosa playa, de la que recuerdo la llamada roca de la peineta. Pero prácticamente es el único que tengo. Qué curiosa es la memoria!. Tendría entonces 26 o 27 años, bien joven para tenerla  fresca....Un
grupo de jinetes llega a la playa y me muero de ganas. Deseo cumplir un sueño: galopar junto al mar. Confieso que había hecho una llamada para alquilar uno, pero me dijeron que tendría que invertir cuatro horas en la excursión: dos o tres entre la ida la vuelta y luego una para  estar por allí. Demasiado tiempo para dejar a Angel solo así que tuve que renunciar. Pero  observe que si bien entraron en la playa,  no se acercaron a la orilla. Espero cumplir algún día mi sueño, aunque  el tiempo corre implacable en mi contra.

Pero vuelvo a la playa. La de Monsul es una de las mas bonitas de esta zona por su ambiente virgen, una preciosa duna dibujada en uno de sus laterales y las rocas volcánicas que la enmarcan. En el centro aparece una característica roca conocida como la roca de la Peineta por su forma.
Ahora se ha levantado un viento fresco que hace que echemos de menos algo de abrigo, así que la dejamos para dirigirnos por un sendero a la playa de la Media Luna, recogiendo antes un par de jerseis que nos protejan de este viento frío. Esta cala, recogida y acogedora, es tambien hermosa, como todas. En un extremo, protegidos del viento por las rocas y apoyadas nuestras espaldas en ellas,  nos desplomamos. Y yo quedo tal cual, despatarrada con la cara hacia el sol, sintiendo su calor. Así permanecimos una media hora, pasada la cual...únicamente pude cambiar de postura. Y  me tumbe poniendo mi cabeza sobre las piernas de Angel. Otro ratito más disfrutando de esta deliciosa paz, acariciados por el sol. Pero nuestros estómagos nos avisaron de que la hora de comer había llegado, así que regresamos a la autocaravana lenta y pesadamente, comimos y dimos una tranquila cabezadita hasta las 16,00.


Diciembre 2021 - Playa de Monsul
Ascendemos hacia el aparcamiento y desde arriba tenemos ya  una hermosa vista de esta playa. Y si la del Genovés es hermosa, la de Mónsul es especial. Es una de las más bellas que conozco, siempre siempre, me deja sin palabras, aunque la vea mil veces. Es única. Esa gran duna a su izquierda, la Duna rampante de Mónsul que hoy hemos visto “caminar” al contrastar el dorado de sus arenas con el verde de la vegetación estacional. 

En su centro, ese curioso mojón que la hace tan característica,  la Peineta de Mónsul  y a la derecha esos  espectaculares conglomerados y la suave arena bajo nuestros pies. Y muy poca gente. Un lujo. Parece que estoy viendo a Sean Connery en el sidecar de la moto conducida por Harrison Ford, espantando las gaviotas con un paraguas mientras que circulan por esta playa.


Sin duda, es un lugar único y así lo han entendido los que la han utilizado  como escenarios para rodajes de  películas, algunas tan famosas como Indiana Jones y la última cruzada, Lawrence de Arabia o Hable con ella, entre otras. De hecho, cuando hace 35 años estuvimos por aquí estaban rodando  Las aventuras del barón Münchausen pero entonces pasamos de largo, no tenía la curiosidad que tengo ahora y sí mucha prisa por ver y conocer rápidamente. No podía detenerme. Había tanto que ver. Ahora ya los años me hacen ver con otros ojos.

Al regresar seguimos disfrutando de otro paisaje distinto al que dejamos atrás pero también muy hermoso: praderas verdes con florecillas  salpicadas de pitas con la floración ya seca, conforman un peculiar bosque. Esto en primavera, cuando se debe producir la floración, debe estar espectacular. Y al fondo, una corona de montañas cerrando este hermoso escenario.

Hemos hablado de ir hacia la cala del Carbón, como hicimos 9 años atrás, pero no nos apetecía caminar ascendiendo, así que regresamos con mucha tranquilidad al aparcamiento de la playa de los Genoveses donde hemos comido y descansado.

 Ahora los días son cortos y la noche empieza a caer poco después de las 18,00 asi que tenemos que partir si queremos hacer lo que tenemos previsto, que es ver la puesta de sol en el faro del Cabo de Gata.

Tenemos que cargar agua, ya que Angel avisa de que casi no tenemos. Me sorprendo, ya que nuestra camper nos daba autonomía para unos cuatro días, siendo cuatro personas con una ducha incluida para todos. Pero también es cierto que este depósito parece mas pequeño.

Paramos en el pozo del fraile, le pueblecito inmediatamente después de San José y en la noria que hay junto a la carretera comprobamos que había una fuente. Pero la maniobra para echar agua directamente era complicada, primero porque al aparcar junto a la fuente interrumpíamos el tráfico y casi en una curva, además de encontrarse a cierta distancia. Decidimos dejarla en sentido contrario, abrir el depósito por dentro cargándola a cubos. Artesanal.

Nos dirigimos al faro del cabo de Gata, con la idea de ver la puesta de sol. El navegador nos da hora de llegada a las 5,35. Un poco justos. Dejamos atrás las salinas y la fabriquilla, donde pensamos pernoctar y comenzamos una pequeña  subida.
Pronto nos encontramos con el temido tramo donde la carretera se estrecha permitiendo unicamente el paso de un solo vehículo. Tocando el claxon y con cuidado, conseguimos salvar este corto trayecto  sin mayores problemas para llegar al faro.
Nos asomamos para contemplar el arrecife de las sirenas  llamado así por ser el último refugio de las focas monge. Al sol le faltan 15 minutos para su ocaso y yo tomo posiciones. Espero, y a las 18,00 horas comienza el espectáculo que da por finalizado el trayecto del sol que  comenzó las 8,15 de la mañana en El Playazo. A excepción de una pareja de moteros, estamos solos. Lentamente el disco solar comienza a descender  tiñendo el horizonte de tonos rosados que comienzan a transformarse en dorados que se hacen cada vez más intensos. El sol, en un último esfuerzo, desparrama sus rayos por el mar, pintándolo también de su color. Y súbitamente se sumerge en el horizonte. Y ahora el proceso se invierte: empieza a aparecer la línea rosada en el horizonte, que poco a poco pierde intensidad haciéndose  más tenue hasta oscurecerse.
Hermosa puesta de sol, pero no tanto como su amanecer…

Decidimos ahora ir dejando  el lugar e iniciar el regreso esperando no cruzarnos con nadie en esta parte estrecha y menos a estas horas, pero....aparece de frente un turismo francés. Ambos nos quedamos parados uno frente a otro.Al poco vemos que comienza a dar marcha atrás, pero  se detiene. Angel se baja y mira supongo que para valorar si puede moverse, a lo que yo me niego. Así que el otro vehículo vuelve a dar marcha atrás hasta esconderse en un pequeño ensanche. Menos mal! Ya podemos pasar.

Una vez en La fabriquilla, seguimos los consejos de ponernos en la zona asfaltada y no en la playa para evitar posibles sanciones. Y aquí estamos, cansados y a las 20,30 pensando en cenar e irnos pronto a la cama. Mañana parece un día tranquilo.

29 diciembre de 2012. De Almeria a Alhama de Almeria pasando por Fort Bravo (desierto de Tabernas)
Alhama de Almeria. 19,20H. Hemos venido aquí guiados por un impulso. Los dos, que es lo que más me sorprende, porque que yo tenga esos prontos es más explicable, pero Angel....lo achaco al revolcón de julio...Me explico. Hace 4 años en el encuentro de Acpasion en El Escorial conocimos a unos almerienses de esta ciudad que además de cocinarnos un pisto exquisito, nos invitaron a visitarlos en su ciudad ya que tenían una finca con bonitas vistas. Pero ni siquiera teníamos con nosotros su número de teléfono, ya que nuestra idea era regresar a dormir hoy a Almería. Pero después de pensarlo valoramos que hacer 100 kilómetros (50 de ida y otros tantos de vuelta) para que a lo mejor no nos gustara el lugar de la posible pernocta, no merecía la pena, así que decidimos no deshacer el camino de regreso y no hacer más kilómetros de los necesarios.
Esta noche ha vuelto a sonar el maldito bip-bip-bip. Angel ha salido, ha tocado algo y no ha vuelto a rechistar. Menos mal.

He intentado empezar el día como lo hice ayer: con un bonito amanecer. Aunque el sitio no era tan bello, podría servir, así que me he vestido y he cruzado la carretera que me separaba de la playa. Pero el propio Cabo impedía que disfrutara del sol emergiendo de las profundidades del mar aunque he disfrutado de otro espectáculo, diferente, pero hermoso: la luna colgada del horizonte sobre la bahía de Almeria y reflejando sus rayos sobre un mar que mas parecía un lago. Los colores rosados que se han ido tornando en mas intensos, y a la vez, se iba apagando el brillo de la luna y sus reflejos plateados dejaban de pintar el mar. Y aquí se ha sostenido en una suave resistencia pasiva, esperando a que  el sol victorioso ha aparecido  frente a ella,  para entonces apagarse…

 Cuando los primeros rayos del día han iluminado tenuemente las laderas frente al cabo, he comprendido que no podría disfrutar del  amanecer. Mientras me tomaba un zumo, calentita dentro de la auto, los intensos colores rosados  y anaranjados han palidecido y solo en la línea del horizonte donde se cierra el cabo y por donde debe aparecer el sol, había un ligero tono dorado que marcaba la distancia entre el tono azulado del cielo y el intenso azul del mar. Y la luna se ha rendido al sol y se ha apagado.

Después de esta literatura sin mayor interés, repasamos el plan del día: ir a Fort bravo al desierto de Tabernas y después de comer, regresar a Almeria a dormir.

Así que alrededor de las 10 ponemos proa a este lugar. En nuestro camino encontramos un mercadillo ambulante y aprovechamos para comprar fruta y verdura diversa. De regreso al aparcamiento comprobamos que no nos hacemos con la alarma: o algo hacemos mal, o algo va mal. Decidimos no hacer más experimentos ni comprobaciones y continuar nuestro camino hacia nuestro primer y único destino de hoy.

Ford Bravo se encuentra a un kilómetro más o menos antes de Tabernas si venimos por la autovía desde Almería. Para encontrarlo hay que salir en dirección a esta localidad. En la carretera hay señales y a la entrada nos recibe un  actor montado en su caballo blanco dándonos la bienvenida. Una pista que transcurre por una rambla nos lleva a la entrada de este poblado. Lo habíamos escogido siguiendo los consejos de Loli (y Conrad de Magazine onroad) que después de visitar otro poblado se decantaron por éste por considerarlo más auténtico, así que como me encanta ser aconsejada, no lo dudé.
Su horario es de 9 a 18 h, del 22 de diciembre al 6 de enero. Luego los fines de semana únicamente. (http://www.fortbravo.es/  Tlf. 950.16.54.58. 16,50 euros adultos y 9 los niños )

La construcción de este poblado data de los tiempos del director Sergio Leone, Juan García  y la productora P.E.A. Grimaldi.  Se  puede ver, además de uno  americano, uno mejicano, y tiene espectáculos a distintas horas con la escenificación del atraco a un banco y  en el salón,  un baile de can-can y una divertida partida de poker.

Entramos la calle principal y vemos al fondo un grupo de gente que observa la puesta en escena del atraco a un banco. Aunque nos pilla un poco a contrapelo y nos incorporamos tarde, nos resultó muy divertida consiguiendo atraparnos y sumergirnos  en el far-west americano, con toques muy españoles que lo hacen mas cercano sintiéndote levemente trasladado un poco más de un siglo atrás a tierras tan lejanas y salvajes. Es un espectáculo que entretiene a chicos y grandes, -y tengo que admitir que  no iba muy bien predispuesta- con lo cual, que me entretuviera, me atrapara y que ahora esté dando una buena opinión de él, tiene su mérito. -en una palabra: soy bastante crítica con este tipo de espectáculos casi circenses destinados a guiris aburridos y éste me entretuvo.

Al finalizar dimos un paseo por el poblado. Perderse por sus calles, colarse por la puerta abierta de alguno de sus edificios, adentrarse en  el poblado mejicano o en el fuerte, consigue transportarte por breves instantes a otra época haciéndote sentirte protagonista de alguna extraña película. Con poca imaginación puedes sentir el esplendor de una época no tan lejana en la que se rodaban los famosos “espagueti western” algunos tan conocidos como “los 7 magníficos”o “el bueno el feo y el malo” de 1966, “Hasta que llegó su hora” de 1968 y otras como “Indiana Jones y la última cruzada” de 1989, “Lawrence de Arabia” de 1962 u otras más recientes como “800 balas” de 2002, “Doctor Who” o la serie “la reina de espadas” entre el 2000 y 2001.

Ahora, si dejas que el silencio y la melancolía te rocen levemente, puedes también sentir ese sabor agrio que deja la estela de un tiempo mejor.

Pero para mi este lugar ejerció una atracción especial y el deseo de pasear a caballo por un lugar tan emblemático se apoderó de mi y me centre en conseguir un paseo, por breve que fuera.

Es en el salón donde se concierta el alquiler de caballos 30 Euros una hora, 15 media e incluso un cuarto de hora, para aquellos que deseen sentirse algo protagonistas de una vieja película vaquera. Pero cuando pedí poder galopar y trotar por el entorno, me dijeron que no podía ser ya que los caballos eran montados principalmente por niños  y no permitían que se galopara con ellos. Pero no suelo rendirme fácilmente así que ataqué pensando en  los caballos que montan los actores especialistas. Una galopada pequeña en un recorrido de media hora no podría cansarles mucho, ya que hay que tener en cuenta que tienen que seguir trabajando en el espectáculo. Así que  pedí información a  uno de los actores que me debió ver con tantas ganas , que me  aconsejo preguntar por otra persona.

En mi búsqueda, llego la hora de la respresentación del can-can protagonizado por dos bailarinas caracterizadas y otros actores que daban vida a vaqueros y el sherif. Éste, dentro del salón, resultó también entretenido y sobre todo, divertido. Los actores implican al público y al margen de que lleven su papel preparado, hacen comentarios muy ingeniosos e hilarantes. También consiguió atraparme con su magia. Bien por ellos, un equipo divertido y muy bien coordinado.

Después de hablar con  la persona que me aconsejaron y  con quien seria mi guia,  uno de los actores llamado Ricardo, acordamos que me podría dar un breve paseo. Me asignaron a Capitán, un tordo grande y noble, pero una vez arriba comprobamos que los estribos eran demasiado largos en su punto más corto y yo tengo las patitas cortas. Con las sillas inglesas se da una vuelta a la correa y arreglado, pero con estas es imposible.  Ricardo intentó resolverlo sobre la marcha haciendo algún agujero más, pero la herramienta no nos lo permitió así que optamos por cambiar la silla y
poner otra con los estribos más cortos, pero tampoco lo conseguimos: seguían siendo largos. Pero...sufrí las consecuencias  del revolcón de julio y si bien yo  cuando monto  lo hago con.  botas, guantes, casco e incluso chaleco, aquí  no me lo pensé dos veces y además de carecer de todo esto, iba  casi sin estribos. Asé de inconsciente -quien me ha visto sobre un caballo y quien me ve ahora- salí con mi joven actor acompañante, Ricardo que montaba un bonito pinto.

Dimos un breve paseo al paso  por el poblado para salir a un entorno que tiene un encanto particular. Es distinto. Árido, seco, erosionado, pero  tiene una belleza singular, extraña, como de otro planeta. A lomos de un caballo esa belleza se duplica y si para galopar jinete y caballo tienen que sumar sus movimientos fundiéndose en un abrazo especial, un entorno así consigue que la compenetración entre ambos se realice sin ningún esfuerzo  y aunque no se conozcas al animal. Galopamos, trotamos, fuimos al paso y hablamos de lo divino y de lo humano, de su trabajo y de una pasión que compartíamos los dos, los caballos, hablando de como había veces que establecías con algunos animales  una conexión  tan especial que  permitía que te pudieras anticipar a sus deseos y a veces, él a los tuyos, lo que es difícil de explicar para quien no es una apasionado de estos animales. Nos descubrimos   además mutuamente el sueño de poder galopar en una playa con los cascos de nuestros caballos golpeando y  salpicando el agua a ambos lados...El, por su juventud, tan solo 21 años -Dios! Quien los pillara....!- podría realizarlo con facilidad. Yo como no me apure un poco  ...lo veo mas difícil. O mi cuerpo me dice que ya no estoy para estos “trotes” y esta afirmación casi sería literal, o alguno me pega un revolcón bueno y no quiero verlos ni en pintura.

Paseo breve  pero intenso, suficiente  quizás para quitarme esa ansia que me entro. Lo ideal para disfrutarlo al 100%: unas buenas botas, una hora  en la que te da tiempo a conocer al animal, una silla inglesa (no me acostumbro a estas otras) y ….unos estribos adecuados. Pero saqué provecho a lo que tenía en el momento. Y disfruté. Un escenario único, un animal bien domado, noble y tranquilo y una buena compañía. Casi perfecto.

Terminamos nuestro paseo con unas cuantas fotos que nos hizo Angel y despidiéndome muy agradecida a Ricardo, a quien con sus años, le deseo una vida llena de muchas cosas buenas, pero sobre todo de….caballos, todos los que quiera y más aún.

Pasamos a disfrutar del espectáculo que habíamos encontrado a la mitad, el asalto al banco, que resultó más entretenido y auténtico que el del salón quizás porque  los caballos le dan un regusto  especial  sumergiéndote más en este pasado lejano e incluso irreal.

Aunque no nos habíamos dado el paseo en la carreta de caballos que incluía la visita, la hora nos empujó  a comer para luego regresar, a darlo. Tan solo íbamos los dos y el conductor, así que  no pude resistirme a, después de preguntarle como se guiaba un carro, tomé las riendas con mis manos. Solo dos mulas y me resultaron complicadas de manejar. No me imagino lo que deben ser cuatro e incluso seis, algo que nos parece sencillo visto desde fuera. Divertidas estas dos: la una mordía a la otra y según nos contó lo hacía cuando consideraba que la otra no trabaja lo suficiente y le dejaba  gran parte del trabajo a ella. Si nosotros hiciéramos lo mismo con alguno de nuestros compañeros de trabajo, otro gallo nos cantaría. A veces los animales demuestran tener más sentido común que los humanos.

Tras este breve paseo -y  rápido ya que nuestro conductor las pidió “alegria” e incluso llegaron a galopar- dimos por concluida nuestra visita, que si bien iba a ocupar como mucho hasta un poco después del espectáculo de las 12,30, nos llevo hasta las 5 de la tarde hora en la que dejamos este poblado del que me llevo un recuerdo muy hermoso, pero sobre todo de sus principales protagonistas, los actores, que en todo momento se muestran cercanos a la gente y  tratan de agradar y divertir a los que estamos allí. Por muchos años....su entusiasmo y dedicación así lo merece,

Decidimos no regresar a Almería y poner rumbo a donde nos encontramos ahora, aunque no hemos conseguido encontrar a quien buscábamos, que ha resultado ser Ramon y digo esto porque solo teníamos el vago recuerdo de una pareja que conocimos en el encuentro de Acpasion de El Escorial y que ofrecieron su hospitalidad si pasábamos cerca de su localidad. Curiosa la movida que organizamos. Sin ni siquiera recordar como se llamaba ni saber donde  vivían, iniciamos la búsqueda de una pareja de la que solo sabíamos que tenían autocaravana, que su casa estaba en la falta de una montaña y que eran un poco mayores que nosotros. Con estas “señas” nos enviaron a  una casa que resultó no ser la de ellos.. No obstante siempre resulta sorprendente como aquellos que realmente compartimos esa filosofia de viajar en autocaravana, nos echamos siempre una mano y nos mostramos solidarios, así que nos ofrecieron su jardín para pasar la noche, y lo que pudiéramos necesitar de ellos. Nos dijeron que Ramón no solía estar en el pueblo así es que cayendo ya la noche, optamos por ir al aparcamiento que la primera pareja a la que preguntamos nos aconsejo, amplio, plano, tranquilo y en el centro casi del pueblo donde pasamos una agradable y tranquila noche para iniciar el regreso completo a la mañana siguiente llegando a casa sin nada relevante que relatar.

Mª Angeles del Valle Blázquez
Boadilla del Monte. Marzo de 2013

DICIEMBRE 2021

Siempre que  en invierno nos venimos al sur, me enfado. Y lo hago porque todos los sitios hermosos que tenemos en primera línea de costa, están prohibidos, por el motivo que sea, porque es parque natural, porque es línea de costa o porque hay que prohibir. Así que si no queremos atarnos a un área que normalmente no están en línea de playa, nos apretujamos donde nos dejan y en este apretujón nos encontramos con aparcamientos junto a la playa donde hay varias líneas de autocaravanas.  Y por supuesto, la primera es impensable y la mayoría de las autocaravanas  son extranjeras y  más ahora que Marruecos ha cerrado sus fronteras. Se quedan todas entre España y Portugal.

Comienzo este relato el 10 de diciembre de 2021, en Cabo de Gata, en un aparcamiento lleno de autocaravanas. Hemos encontrado sitio en …segunda línea porque justo ha salido una y nos ha dejado el hueco cuando entrabamos, si no, en cuarta, o quinta.  Hemos pasado el día en la playa de Torre García a unos 6 km de donde estamos ahora.

Regresamos por estas tierras 9 años después de la última vez que vinimos, por tercera vez. Han cambiado cosas. A mejor y a peor. A mejor, que hace 9 años no había ninguna área para autocaravanas  y recuerdo nuestra desesperación por no encontrar ningún lugar donde poder cambiar aguas. Encontramos una noria con fuente cerca de San Jose en la carretera y llenamos el depósito a cubos. Hoy en la zona hay ya tres áreas que se suman a los camping existentes. Alguno se ha sumado a las ofertas que tiene la ASCI y por 18 o 20 euros todo incluido permiten la pernocta a sus socios.

Partimos ayer 18 de diciembre de 2021,  de Boadilla muy tarde. Con eso de que estamos jubilados y no tenemos prisa nos lo tomamos quizás con demasiada tranquilidad. Así que las 12 de la mañana, la hora del “ángelus”, nos sorprendieron aún sin partir. Mi idea inicial era llegar al desierto de Tabernas, pero me di cuenta de que no iba a ser posible. Teníamos 5 horas por delante más la comida, mas echar gasolina, mas…se nos haría de noche antes así que elegí un segundo lugar, en Abla dejando atrás un área 20 km antes a unos 100 m de la carretera.

Y llegamos a Abla de noche ya y el navegador nos introdujo por calles estrechas por donde solo cabía un coche. No me gusta conducir por la noche uno de los motivos es este, no veo bien, no sé por dónde voy  y me siento muy insegura. Si hubiera tenido la luz del día posiblemente podría haber evitado estas calles y habríamos llegado al mismo sitio por un lugar más cómodo, como así pudimos comprobar.

Una vez en Abla nos encontramos el área cerrada con una hermosa verja. Si bien en los comentarios que leí alguien decía que en octubre e incluso noviembre estaba cerrada, el 5 de diciembre ya figuraba abierta. Pero hoy, 9 por motivos desconocidos, no lo estaba. Menos mal que al fondo junto al polideportivo y en un fondo de saco había sitio suficiente y allí pasamos una tranquila noche para partir a la mañana siguiente en busca del mar.

Cabo de gata

En un día espléndido dejamos Abla empleando una hora en recorrer la distancia que nos separaba de la playa de Torre García. Junto a esta torre aparcamos la autocaravana y comenzamos a caminar por su playa, de unos seis kilómetros de longitud. No era buena ya que las piedras se combinaban con la arena y en algunos tramos era difícil caminar, pero era muy tranquila y pese a ser domingo, había muy poca gente paseando.

Paralela a esta playa discurre una senda, la del Pocico-las Marismas que tras 6 km termina en  Cabo de Gata. Por esta senda sí veíamos más caminantes y ciclistas. Pero hacerla completa suponía 12 kilómetros, así que nosotros decidimos caminar hasta que nos cansáramos.

Tan solo dejamos la playa para desviarnos unos 300 metros  para ver “El Pocico” , una especie de torre que se alza en una rambla en medio de la nada. Al parecer es lo que queda posiblemente de un pozo romano de más de 2.000 años. Es curioso ver un pozo desde abajo, justo al revés.

Pero retomamos de nuevo nuestro camino recogiendo piedrecitas, trozos de azulejos o cualquier otro material que me sirviera para pintar, y Angel sencillamente los cogía por su belleza. Luego los guarda en tarros. No nos vale pensar que el día en que no estemos nosotros, me imagino a nuestros hijos encontrando tarritos diversos que guardan en su interior mil cosas, desde conchitas, hasta piedras clasificadas por colores, minerales, fósiles…y como para ellos carecerán de interés y sobre todo de significado, terminarán en la basura. No importa, nosotros habremos disfrutado de unos gustos tan sencillos y baratos como recoger piedras, conchas u otros materiales sin valor para la mayoría pero “tesoritos” para nosotros.  

Tras más de dos horas de paseo y unos 6 km en total regresamos a la autocaravana y nos orientamos con el parabrisas mirando al mar. Las vistas eran muy hermosas: playa virgen a nuestra izquierda y derecha y un brillante y calmado mar  de un intenso azul frente a nosotros, así que en este escenario único, comimos y después nos echamos una siestecica corta hasta las 17 horas en que decidimos abandonar el lugar para buscar un lugar donde nos permitieran pasar la noche. Este en concreto, donde nos encontramos ahora, en Cabo de Gata (36.778825, -2.242712) junto a la Playa de San Miguel.


Pero antes  de que la noche nos cubriera, hemos disfrutado de una hermosa puesta de sol. No me puedo resistir a la atracción que ejerce en mi ese disco amarillo intenso cegador que poco a poco se acerca a rozar la línea del mar para dejarse engullir y desaparecer en él.

Y ahora descansamos tranquilamente esperando la noche y el día de mañana en el que nos dirigiremos a las playas de San José. A nuestra izquierda tenemos una inmensa autocaravana Concorde. La busco en internet. Su precio base de partida es de más de 325.000 euros. Puede llevar un pequeño turismo detrás. Lo que debe de consumir de gasolina.

Ya ha transcurrido el día. Ahora estamos en La Fabriquilla después de disfrutar de otra hermosísima puesta de sol, igual que ayer. Como ya he dicho, me embriagan, me seducen, igual que los amaneceres, pero los años no pasan en balde y si antes me levantaba y me iba a disfrutar de ellos, ahora ya me vence la pereza. Y es que sigo pensando que si ambos son mágicos, los amaneceres tienen la belleza de la luz ganando a las tinieblas, iluminando la oscuridad.

Poco antes de las 17 horas hemos decidido buscar un lugar para pernoctar antes de que nos sorprendiera la noche.  Atrás dejamos el sitio donde estuvimos ayer, hoy parecía más despejado,  para dirigirnos a La Fabriquilla (36.738947, -2.207969), y ahora nos agrupamos en este lugar donde también estuvimos años atrás.


Pero al contrario que ayer, disfrutamos de una “primera línea de playa” así que ante el parabrisas se abre  una hermosa vista  de La Fabriquilla y el Mediterráneo. Y hemos ido disfrutando de los  cambiantes colores del atardecer hasta que el gris y el negro lo han cubierto todo.

Durante la puesta de sol, en el horizonte se han ido marcando las líneas del dorado que luego se han convertido en  naranja,  la línea del  suave azulado del cielo, la del intenso del mar, otra más suave de un pálido violeta, se han tocado y luego se han desdibujado hasta desaparecer.   Y la noche nos rodeó.

Y aquí estamos tras dejar atrás  en nuestro regreso la localidad de San José, la que desconocemos después de haberla conocido 35 años atrás. Entonces era un pequeño  y peculiar núcleo de casitas blancas que se arremolinaban junto a la pequeña playa. Alrededor de ella, pequeños negocios  principalmente de restauración que se abrían a una zona porticada mirando a la playa en forma de media luna. Allí nos tomamos una pizza. Estuvimos con nuestro Renault-11 y la tienda de campaña en el camping Tau, que todavía existe pero que si en aquel entonces estaba en medio del campo ahora ha sido engullido por urbanizaciones.

Y a las 6,30 me despierta el sonido de un generador. Angel no se ha enterado pero mi sueño es más ligero así que me ayudo con unos tapones y la radio y duermo hasta las 8,30. Cuando salimos encontramos el motivo: ayer ya observamos parte de aparcamiento acotado con cintas. Van a grabar un anuncio publicitario y en ese espacio han montado el servicio de catering para todo el personal, los técnicos, actores, personal de seguridad, etc., un equipo de unas   20 personas. Un enorme camión atrás ahora abierto y que parece medio destripado, nos muestra sus entrañas. El techo se ha elevado y los laterales también se pueden abrir. Una rampa da acceso a su interior ahora vacío. Parece el tráiler donde reparaban el coche fantástico. Nos dicen que transporta dos mustang para el rodaje.


Satisfecha nuestra curiosidad, desayunamos, bajamos a la playa que poco a poco va siendo iluminada por el sol del nuevo día, pero caminar por ella es algo incómodo ya que los pies se hunden demasiado, así que decidimos partir hacia Los Escullos. Teníamos previsto hacer una senda que une Los Escullos con la Isleta del Moro.

En nuestra salida paramos junto a una iglesia en la carretera para acercarnos a ver las salinas y algún grupo de flamencos que otro que observamos con el telescopio. La luz es estupenda.

Un poco más adelante nos detienen y observamos algo del rodaje. Hay un Mustang y delante de él  un coche de rodaje donde una persona con una cámara hace tomas en distintas posiciones, desde atrás, a los lados, delante... En pocos minutos nos dan paso.







Dejamos la autocaravana aparcada en la playa de Los Escullos, hoy batida fuertemente por la olas ya que se ha levantado un levante muy fuerte. Nos preparamos para salir y Tula viene con nosotros, pero vemos que el insistente viento la molesta por lo que decidimos dejarla dentro.


Por la playa nos dirigimos a la contigua playa  del Arco y curiosos exploramos el casco de un velero embarrancado en la arena. Dejamos la costa a nuestra derecha para caminar por un sendero que discurre por un barranco y que va rodeando una casa que ocupa la cima de un cerro junto a la playa. Ascendemos acercándonos de nuevo al mar y para continuar tenemos que cruzar un barranco. Bajamos y subimos y desde arriba seguimos con la mirada la senda y vemos que en un punto queda desnuda cayendo casi en vertical sobre el mar. 

Las numerosas piedrecitas redondas que alguna vez al ser pisadas nos hacen perder el equilibrio, y el fuerte viento, nos hacen plantearnos la seguridad de la senda, sobre todo en este punto desprotegido. 

Un caminante viene hacia nosotros y le pregunto. Nos comunicamos en inglés y nos dice que a su juicio, el camino es seguro y que el único punto delicado es ese que vemos.


Que luego hay que atravesar otro barranco para después caminar ya sobre playa. Pero a Angel no le da ninguna confianza, así que nunca hago o decido nada que pueda entrañar a su juicio algún peligro. Ya no somos jóvenes y tenemos que aceptar que los años nos limitan. Somos menos ágiles, así que  decidimos regresar.


De nuevo en la playa, caminamos hasta el otro lado, hasta la duna fósil que presenta unas formaciones rocosas peculiares y una pareja nos llama la atención sobre un tiburón grande que yace en la playa. 


Impresiona el tamaño, pero está ya en un estado bastante avanzado de descomposición por lo que poco apreciamos a parte de su característica silueta. Las olas lo balancean y lo voltean.

Al llegar al final decidimos acercarnos a ver la fortaleza de San Felipe, levantada al otro lado de la duna. A uno de sus lados y sobre esta duna fósil,  han proliferado construcciones de todo tipo, viviendas,  un hotel y establecimientos de restauración. No comprendo cómo han permitido esto -parece un poblado chabolístico, con todos mis respetos- al lado de una construcción del siglo XVII.

Rodeamos la fortaleza y salimos hacia el mar entre estas viviendas, negocios o lo que sean que han sido edificadas aquí. Y algunas tienen un aspecto estupendo, pero el conjunto, completamente anacrónico y fuera de lugar.

Tomamos la autocaravana y nos dirigimos a la Isleta del Moro. Y allí, por segunda vez, nos quedamos en un aparcamiento a la entrada, en lo alto desde donde contemplamos la Playa del Peñón Blanco con  unas hermosas vistas al mar. Y comimos y descansamos observando el persistente levante. Tras bajar a la playa, sobre las 17 horas ponemos rumbo al área de Los Albaricoques. Llevamos ya cuatro días fuera y necesitamos limpiar y llenar.

De las tres areas que hay por la zona, esta era la mejor calificada por los usuarios. Además, habíamos pasado por la puerta de las otras dos y no nos convencieron mucho. Ambas están en la misma carretera pero una de ellas por su tamaño puede tener más ruido procedente de la vía. Así que pusimos rumbo a la de los Albaricoques,  pese a estar en medio de la nada. 

Y la encontramos junto a una carretera (36.848149, -2.118210) muy poco transitada y a las afueras de esta  localidad. Estaba cerrada ya con una reja y un cartel nos invitó a llamar. Al otro lado nos responde una joven que nos abre y nos dice que junto a la recepción hay una caja de madera que contiene las instrucciones.  La localizamos sin problema. Hay una hoja en inglés y español explicando  las normas y los  horarios y que elijamos un lugar y nos enchufemos a la luz si lo necesitamos. Igualmente facilita la clave de apertura de la verja así como la de wi-fi añadiendo que a las 9 viene un panadero.   Información muy clara y completa.


El área es estupenda, sorprendentemente llena en casi tres cuartas partes y  con parcelas más que amplias que se disponen alrededor de los edificios centrales donde están los fregadores, baños y duchas de agua caliente gratuitas,  así como la recepción. 10  euros y 13 con electricidad. Nos instalamos aunque lo primero que hicimos fue el cambio de aguas. La noche fue tranquila únicamente interrumpida por el canto de algún gallo que después de un intervalo  callaba.

Sobre las 8,15 nos levantamos y quince minutos antes de las 9 apareció el panadero. Terminé de vestirme rápidamente y con los pelos de punta  salí a comprar un pan estupendo. Angel antes de desayunar se dio una ducha y yo después. Pese a los carteles en varios idiomas de que en las duchas solo se permite una sola persona por el covid, cuando estaba en plena faena entró una señora muy decidida a tomar la suya. Y no me lo pensé dos veces y espontáneamente me salió  la frase en un inglés fluido: solo dos personas, tiene usted que esperar.  Se disculpó y salió. Yo creo que lo sabía porque había carteles por todos los lados, pero si colaba, colaba ya que iba ya con su albornoz preparada para su ducha y era incómodo regresar a esperar. Aquí, en mi país, no les paso una, igual que ellos en el suyo son  muy estrictos con sus normas. Atravesar los Pirineos no convierte a nuestro país en el “bueno, pues vale”.

Pagamos, recogimos las cosas, y mantuve una breve conversación con la joven propietaria del área. Como me sorprendió encontrarla en este apartado rincón la pregunté que a quién se le ocurrió hacerla y me dijo que fue a su padre que tenían una gran visión. Sí, buena visión y arriesgada. Tras felicitarla por las instalaciones y desearla lo mejor, pusimos rumbo a Níjar.

Una vez allí, siguiendo los consejos de la dueña del área, aparcamos junto al teatro, en una gran explanada de tierra (36.960831, -2.207724). Ascendimos por una calle en el corazón del barrio de los alfareros y en la primera alfarería que encontramos, entramos. El lugar estaba lleno de trastos de todo tipo, principalmente cerámica a unos precios asequibles y razonables, pero también tenían otro tipo de artesanía como jarapas o esparto.

 Después de explorar toda la tienda nos colamos donde la matriarca de esta familia de alfareros trabaja pintando la cerámica. Entrada ya en años, disfruta con su trabajo diario y nos contó, entre otras cosas como se trabajaba antes y como lo hacen ahora y que su familia lleva trabajando el barro desde el siglo XVII. Y por supuesto, que salimos con cachivaches. Angel,  nieto de un alfarero y de un tejero, dice que él es de barro y puede resistirse menos que yo a las obras de este viejo oficio.

Dejamos a nuestra alfarera decoradora para subir hasta el centro, a la oficina de turismo junto a la plaza que es una tienda de artesanía. Dentro se encuentra un antiguo telar en uso. Y…volvimos a pecar.  Así que,  cargados de cachivaches de cerámica y jarapas varias, subimos un poco más hacia lo que es el rincón más típico y posiblemente más fotografiado de la localidad que está a escasos 100 del ayuntamiento, para después regresar hacia la autocaravana.

Esta vez descendimos por una calle llena de comercios, donde también vendían barro y jarapas, pero no quise ya entrar en ninguno. Y de hecho, del barro que compramos nada era ya para nosotros. Ya hemos acumulado muchos trastos y tenemos más de lo que necesitamos, así que, para nuestros hijos.

Recogimos la autocaravana y pusimos rumbo a Rodalquilar. Habíamos barajado la posibilidad de  visitar las minas de oro, pero, pensamos que no iban a tener interés y estábamos ya cansados, así que dejamos atrás el camino que lleva al playazo, donde mueve años  atrás habíamos hecho noche y disfrutado de uno de los amaneceres más hermosos de mi vida junto al mar. Ahora una prohibición impedía que nos quedáramos. También atrás dejamos las ruinas de lo que en su día fueron las viviendas de los mineros y ascendimos la carretera que nos dejó en el Mirador de la Amatista, uno de los más bellos que conocemos.

Allí admiramos la belleza del entorno, los juegos de luz entre el sol y las nubes y su reflejo en el mar, para continuar hacia la Isleta del Moro donde decidimos comer en el mismo sitio que ayer.

Después de descansar pusimos rumbo a donde nos encontramos ahora, una gran explanada cerca de la playa de Retamar ( 36.836415, -2.316672) a pocos kilómetros de la ciudad de Almería a donde iremos mañana. Tan solo estamos acompañados por una  autocaravana Holandesa, lo que nos da cierta tranquilidad. No nos gustan las aglomeraciones, pero tampoco la completa soledad para dormir.

La mañana nos sorprende silenciosa y exceptuando a nuestros vecinos holandeses, casi solitaria. Silencio por la noche y silencio ahora en la mañana.

Ponemos rumbo a Almería. Elegimos el aparcamiento en el puerto por ser el más cercano al centro (36.830870, -2.466586). Sabemos que 24 horas son 6,55 euros aunque leemos que puede ser ruidoso para pasar la noche por lo que  pensamos que cuando ésta llegara, y después de visitar los refugios de la guerra civil, nos moveríamos a otro lugar, una explanada junto al parque de las familias, más alejada del casco viejo.

Almeria. Alcazaba y Refugios de la guerra civil

Nos preparamos para acercarnos a la  Alcazaba. Pese a ser un lugar abierto no permiten que entren perros así que lamentándolo, tenemos que dejar a nuestra amiga peluda en la autocaravana.


Caracoleamos por callejuelas  y subimos un poco hasta que una de ellas nos deposita casi a sus pies. Ascendemos y atravesamos una puerta donde nos espera otra cuesta un poco más dura, pero corta. Nos identifican como ciudadanos de la U.E. por lo que entramos gratis.


Vamos siguiendo las flechas de un recorrido por un lugar muy cuidado, diría que casi con mimo. Nos adentramos en lo que llaman “el primer recinto”
  que aparece actualmente ajardinado, aunque en su origen estuvo urbanizado. Al parecer había dos barrios de viviendas y un cementerio.  



Vemos un complejo hidráulico y continuamos paseando por estos jardines siguiendo las flechas hasta llegar al “segundo recinto”  donde hubo una pequeña  ciudad palaciega con todas sus dependencias.  Aquí visitamos el aljibe califal. En ruinas encontramos las viviendas y lo que en su día fueron los baños de la tropa. 

De aquí pasamos a la parte más alta y lo que sería el “tercer recinto”,  un verdadero castillo al que se accedía a través de un puente levadizo. Alrededor de este patio de armas  hay un aljibe y un silo que en ocasiones se utilizó como mazmorra. 




Varias torres se alzan alrededor  proporcionando unas maravillosas vistas sobre la ciudad y el puerto. También encontramos varias piezas de artillería antiguas apuntando hacia el exterior a través de oquedades en el muro





Por los jardines del primer recinto donde el agua se desliza por canales escalonados desde una fuente central, regresamos al punto de partida
. La visita se hace muy agradable y si añadimos los escasos visitantes y el sol radiante, podemos decir que hemos disfrutado mucho de la visita. No es una gran belleza, sobre todo si lo comparamos con otros palacios o fortalezas árabes, pero sí merece la pena una visita planteada como un agradable paseo.

Descendemos ahora de regreso. Son poco más de las 12 de la mañana, así que nos dejamos perder por las calles del casco viejo de la ciudad, por su catedral y calles aledañas, con poco encanto, para salir al puerto y regresar a la autocaravana donde cogemos a Tula y nos preparamos para acercarnos a la playa con ella ya que lleva dos días sin apenas pasear.


Así vamos a cercana playa de  San Miguel pasando por debajo del denominado "cable del inglés", un cargadero de mineral de principios del siglo pasado y activo hasta 1970 y que parece que están recuperando,  y paseamos con nuestra amiga para que estire sus patitas. El sitio parece un lugar muy agradable para vivir con bloques de no más de cuatro o cinco alturas que miran al mar y a un paseo marítimo amplio y peatonal donde en los bajos prosperan los negocios de restauración. Sigue soplando el levante que a rachas, se hace algo desagradable.

Regresamos, comemos y descansamos hasta que poco antes de las 18 horas nos dirigimos hacia el centro para visitar los refugios de la guerra civil (Las entradas hay que adquirirlas a través de su página web: https://www.almeriaciudad.es/cultura/lugares-de-interes/refugios-de-la-guerra-civil/).

Subimos por el paseo de Almería, avenida de un solo sentido, con aceras anchas donde han colocado quioscos de artesanos. 

En quince minutos llegamos a nuestro destino pero cuando enseñamos las entradas nos dicen que hay un problema, que la fecha concertada es el 17 y hoy, es 16. ¡Madre mia! No sé qué decir. Solo que desde las 12,30 estamos esperando para esta visita. Vuelvo a decir que los años no perdonan y es que recuerdo que tuve problemas para sacar las entradas, problemas que descubrí que se debían a cómo realizar el pago con la tarjeta bancaria. Demasiados pasos, claves por todos los lados… Me debí marear, o distraer, o cansar y no repasé la fecha.

Pero nos dicen que si no se presentan todos, podremos entrar porque el aforo no puede ser ampliado a más de 23 personas. Quedan 15 minutos para las 18,30 e inquietos, miramos a todos los transeúntes. A la hora en punto da comienzo la proyección de un video y faltan unas seis personas, podemos tener suerte, pero en los quince minutos  de duración pueden presentarse los que faltan así que no lo disfruté mucho.  El video presenta a tres o cuatro personas supervivientes que en su día hicieron uso de los refugios y que cuentan sus recuerdos y experiencias durante los bombardeos del bando nacional y de la aviación alemana. De los cuatro ya no sobrevive ninguno.

Pero, al final tenemos suerte, los que faltan no se presentan y podemos entrar.

Descendemos por unas escaleras que nos introducen en este refugio con una extensión de 1 km y una profundidad media de 9 metros discurriendo a lo largo del paseo de Almeria, por donde habíamos subido. Hay otros en la ciudad, pero visitable, solo es este.  

La ciudad de Almería sufrió 52 bombardeos por aire y mar  en los que cayeron más de 700 bombas. La longitud total de los refugios es de más de 4 kilómetros y podían albergar a unas 40.000 personas. Diseñados por un arquitecto, un ingeniero de minas y otro de caminos, serían unos de los más importantes y mejor conservados a nivel europeo.  Su construcción se llevó a cabo a lo largo de 16 meses.

Lo primero que impresiona es la longitud de los túneles y los poyetes a ambos lados donde la población se sentaba hasta que finalizaran los bombardeos. Estos poyetes o  bancos laterales se añadieron  en 1939 ya que muchos ciudadanos llevaban sus propias sillas para estar más cómodos lo que obstaculizaba   el paso de la gente y ocupaban mucho espacio.  

Observamos también los  contrafuertes contrapeados que según nos explicaron eran para que en caso de que estallara una bomba el refugio no reventase.

A los lados vemos también que se abren otros túneles más estrechos que carecen de esos poyetes. Existían entradas privadas desde domicilios particulares, como el del mismo arquitecto y especialmente los de gente adinerada; pero también desde edificios de la administración y desde diferentes iglesias. Hubo alguna gente solidaria que, durante los ataques, dejaba las puertas de sus casas abiertas con una bandera negra y letreros de "REFUGIO", indicando que se disponía de una conexión al refugio, facilitando la entrada de toda la población posible, aunque nos dicen que cuando comenzaban los bombardeos mucha gente moría en las entradas, en las aglomeraciones que se producían de la gente aterrorizada intentando entrar a la vez. Encima de estos accesos y después de la finalización de la contienda, se pusieron quioscos de periódicos. Estos refugios fueron cerrados en 1944 ya que se convirtieron en el hogar de personas sin techo. Tras su clausura durante el franquismo cayeron en el olvido y fueron encontrados fortuitamente en el año 2001.

Descendemos a lo que en su día fue la despensa que se encuentra a unos 16 metros de profundidad en una zona cercana al mercado central y con conexión a este. Se almacenaba comida para posibles ataques de larga duración lo que, afortunadamente, nunca sucedió.



Recuperamos luego de nuevo el túnel para continuar el recorrido.  En sus paredes se conservan aun algunos dibujos de la época. Las luces originales ya no están aunque quedan las pequeñas oquedades donde se alojaban las bombillas. Nos dijeron que por la noche se apagaba la luz de la ciudad, con lo que en el refugio se quedaban completamente a oscuras.

Nos enseñan distintos lugares de ventilación, forzada pero natural, constituida por unos tubos de uralita cercanos a las bocas de entrada y que salían hasta la superficie pero que no se colocaban directamente sobre la galería principal para evitar que restos de explosiones o granadas de mano cayeran directamente sobre los refugiados

En una pared del refugio aparece una placa en memoria de las víctimas del bombardeo alemán de 1937. La tripulación rusa de una escuadrilla de bombarderos republicanos dijeron que habían bombardeado al crucero Canarias, pero en realidad fue a un crucero alemán. Hubo 31 muertos y 74 heridos. Al ser informado Hitler montó en cólera y en mayo de 1937 ordenó el bombardeo de la ciudad de Almeria, al ser una ciudad sin defensas aunque su primera idea fue el bombardeo de Valencia y Cartagena. Durante una hora 1 acorazado y 4 destructores efectuaron 275 disparos causando 19 muertos (investigaciones recientes hablan de 31), 55 heridos y destruyendo 35 edificios.

Terminamos la visita en lo que fue el quirófano que conserva el suelo original de baldosas de  mármol , las paredes, unas pilas así como diverso material. 

Este quirófano no fue construido hasta 1938, poco después de la llegada de los supervivientes de la masacre de la carretera Málaga-Almería, conocida popularmente como la desbandada  (desbandá) en la que en febrero de 1937 tras la ocupación de Málaga,  muchos ciudadanos (entre 200.000 y 250.000 aunque la cifra se desconoce) por temor a las represalias, huyeron hacia Almeria ciudad bajo el control del ejército republicano,  y fueron atacados por mar y por tierra causando la muerte a entre 3000 y 5000 civiles. Los que quedaron en Malaga fueron fuertemente represaliados (se calcula que unos 8000 fueron fusilados).

Contaba también con un sistema de combustión de generación de electricidad propio, independiente del cableado general, que se desconectaba durante los bombardeos; salas de espera y de curas y botiquín con lavabo.

El material que observamos no se encontraba aquí originalmente, sino que fue donado, al igual que la mayoría de los objetos utilizados para su decoración, por gente local. Cuenta también con una pequeña sala de espera pavimentada con baldosas ajedrezadas en gris y negro de mármol , además de bancos corridos también cubiertos de baldosas y paredes estucadas de color ocre y rosado.


Se me encoje el alma pensando en el dolor, el sufrimiento, el miedo y la desesperación que llenaron este lugar. La rabia al recordar como cargaron contra la población civil. Por eso estos lugares me parecen fundamentales para mantener viva nuestra memoria. Yo mantengo la de mi padre que vivió la postguerra y  careció de todo, hasta de comida, y la de mi madre que la necesidad la obligó a renunciar a estudiar y sobrevivir sirviendo. A la de los dos, que perdieron su primer hijo, posiblemente por las condiciones en que vivían. Y me detengo aquí. Pero los recuerdos se van difuminando según van desapareciendo los supervivientes. Nosotros conservamos la historia de una educación en la dictadura y represión, donde ni la guerra, ni la república, existieron en los libros de historia y donde se ensalzaba al general golpista, dictador, como nuestro salvador.


Necesitamos mantener esa memoria viva, no olvidar la enorme tragedia que supuso  la guerra fraticida que vivieron nuestros abuelos y el miedo, el temor y el hambre que vivieron nuestros padres, ni la represión en que nosotros hemos sido educados.  Debemos tenerlo presente cuando ahora, en el segundo año de pandemia, los padres lamentan que sus hijos no puedan salir a divertirse a beber y bailar en las discotecas, o a los bares, o hacer botellones sin control o que por segundo año no puedan disfrutar de una cabalgata de reyes. Cuando justificamos los comportamientos incívicos, egoístas e irresponsables de nuestros hijos o nietos, debemos mirar atrás. No debemos olvidar lo vivido por nuestros abuelos y padres, como hemos sido educados nosotros y a que nos hemos tenido que enfrentar. Forma parte de nosotros, de nuestra historia. Somos fruto de ese pasado, al igual que nuestros hijos y nietos.

Salimos por un lugar distinto a por donde entramos, afortunadamente más cerca del puerto por lo que llegar a nuestra autocaravana nos llevó muy poco tiempo. Una vez allí vimos que se habían unido  mas  y que había tranquilidad. El tiempo no invitaba mucho a pasar la noche a la intemperie así que decidimos quedarnos a pasar la noche.

La noche transcurrió tranquila, si exceptuamos alguien que silbando y luego ya gritando, llamaba a otro, o el ruido tremendo de un motor, que me hizo pensar que el gigantesco barco de la transmediterránea que estaba anclado a nuestro lado, iba a partir.

Las Tablas de Daimiel. Motilla de Azuer y Laguna de Navaseca

Después de desayunar sobre las 9,30 dejamos Almería para poner rumbo a las Tablas de Daimiel, donde nos encontramos ahora haciendo noche.

Es la cuarta vez que estamos aquí. La primera hace más de 30 años, entonces con una tienda de campaña. Se permitía acampar y recuerdo que los mosquitos nos acribillaron. La segunda con nuestra california, con nuestros hijos, de camino a las Lagunas de Ruidera y la tercera con nuestra hobby de regreso de algún viaje. 





En esta última vez pernoctamos en una explanada a espaldas del centro de visitantes. Nueve años después han arreglado esa explanada haciendo aparcamientos. Han reservado cuatro huecos para autocaravanas y solo dan 4 permisos por noche pero mucho me temo que la idea es eliminar la pernocta con la excusa de que en Daimiel ya hay áreas. Yo que pensaba que esto podía ser un ejemplo a seguir por otros parques nacionales e incluso naturales, me dicen que se mantiene porque siempre se ha permitido. Es un lugar único, tranquilo, en medio de la nada con el único sonido de las  aves.


Nos hemos dado un breve paseo. Hay agua, pero poca. Hemos visto bastantes grullas, a lo lejos y otras anátidas que no conseguimos distinguir a tanta distancia. Oímos también muchas aves, aunque el sonido que predomina es el de las grullas. Pese a todo, las Tablas siguen vivas y ojalá sigan así por muchos años. La luz de la luna posiblemente no nos deje disfrutar de un cielo estrellado. Estamos únicamente un holandés solitario un tanto peculiar y nosotros. Mañana tenemos que estar a las 9,30 en Daimiel para ir a visitar el yacimiento de Motilla de Azuer.


Nos levantamos pronto y el amanecer llegó cuando abandonábamos el aparcamiento del parque en dirección a Daimiel.

Aparcamos a las afueras de esta localidad ya que para visitar la Motilla de Azuer tenemos que dirigirnos al museo y allí, después de una breve introducción, nos desplazan en una furgoneta hasta el sitio arqueológico. Pero el museo está en el centro de la localidad, por lo que moverse y aparcar es difícil. El área para autocaravanas dista unos 15 o 20 minutos andando. Donde la aparcamos nosotros estaba algo más cerca, pero empleamos unos 10 minutos en llegar.



Una vez allí nos llevan a la planta baja del museo donde nos hacen una breve exposición general de lo que vamos a visitar para después en una furgoneta desplazarnos unos 10 kilómetros hasta la Motilla.

Circulamos por una desnuda llanura hasta que llegamos. Esta “motilla” destaca como un punto elevado en medio de la nada. Descendemos de la furgoneta y nuestros ojos se dirigen a lo que parece una pequeña fortaleza que se eleva en medio de este páramo. El primer vistazo ya impresiona.


La Motilla de Azuer
es un yacimiento prehistórico de la Edad del Bronce y data del 2.200 a. C por lo que contemplamos 4000 años de historia.  Aunque al parecer hay documentadas unas 32 motillas, 8 están en Daimiel y esta es la más documentada y única visitable.

Giramos rodeando los muros exteriores. Extramuros de la fortificación se localiza el área del poblado de viviendas así como hornos donde tostaban el trigo o cocían cerámica, hogares o silos excavados en el suelo para guardar el grano. Los enterramientos se producían en las propias viviendas.

Nos disponemos a entrar en este recinto fortificado y  una vez dentro caminamos  entre pasillos estrechos donde únicamente cabe una persona.  


Los muros  de piedra concéntricos  se elevan a nuestros lados  y pretendían defender  la actividad económica de este asentamiento.  

Caminamos en fila india hasta la parte central. Este espacio fortificado tiene un diámetro de 40 metros y se configura alrededor de una torre central en torno a la cual se disponen tres líneas concéntricas de murallas.

Pero lo que más llama nuestra atención, lo más espectacular y singular de esta construcción es el gran patio donde se localiza el pozo, una espectacular estructura hidráulica de 4.000 años de antigüedad, el más antiguo de la península ibérica.




En el centro de esta espectacular y magnífica construcción  nos asomamos al pozo y levantamos nuestra vista para abarcar los muros que nos rodean. Me siento sobrecogida, nunca he contemplado nada similar y una vez más vuelvo a decir que a pesar de mis 60 años, todavía sigo encontrando lugares únicos nada parecidos a los que ya haya podido visitar.

Nuestra guía nos cuenta que las otras motillas  distan unos 5 kilómetros unas de otras y se especula con que esta pudiera ser una especie de “silo” ya que se cree que vivían unas 100 personas cuya función sería la de proteger y cuidar este lugar. Lo deducen porque parece extraño que en los enterramientos no se vea ninguna diferencia de escalafón social, como si todos pertenecieran a la misma clase, lo que no ocurre en otros yacimientos. 

A mi pregunta sobre el porqué se abandonó este lugar, me dice que se desconoce pero que coincide con una época en la que otras civilizaciones del planeta comenzaron un declive o decadencia, una especie de paréntesis en la línea del tiempo que duró unos 300 años.

La visita a este lugar es únicamente los fines de semana y se ha de adquirir la entrada a través de internet  (Para visitar este lugar se ha de adquirir la entrada a través de la página
 
http://www.motilladelazuer.es/
.)

Nada decepcionada por la visita que considero totalmente recomendable, abandonamos el lugar en nuestra furgoneta de regreso al museo de Daimiel. 


Allí nos invitan a visitarlo, pero regresamos a la autocaravana para poner rumbo a la cercana laguna de Navaseca, a unos 4 km de la localidad.


En este humedal al que accedemos por una carretera que discurre en medio de una llanura y que esta rodeado de campos de cereales y viñedos, encontramos un pequeño aparcamiento y un hide. Pero ya antes vemos pequeños puntos iluminados que salpican la laguna. 


Descubrimos que está habitada por muchas aves y la luz que hoy es estupenda, nos permite descubrir distintas especies como flamencos, cormoranes, fochas y patos cuchara aunque no tuvimos suerte de ver la malvasía cabeciblanca.  Alberga además otras que no estaban o no encontramos, como
el pato colorado, el porrón común, el porrón pardo, el ánade azulón, el calamón, la gallineta de agua, la garceta común, la garcilla bueyera, la garza real, la garza imperial, el morito…
De todas estas especies el número era significativamente alto y eran muy fáciles de observar. Sin lugar a dudas y a mi juicio, es un sitio mejor que las propias tablas para observar aves. Volveremos a este lugar que además de estar “de paso” hacia el sur,  tiene un lugar de pernocta tranquilo y al que dedicaremos mas tiempo.

Hoy ha sido un día de sorpresas, pero ya, damos por terminada nuestra breve escapada poniendo rumbo a Boadilla a donde llegamos a comer.

 

Mª Angeles del Valle Blazquez
Boadilla del Monte, Diciembre de 2021


Algunas fotografías más. Marzo 2013

Hacia la playa del Plomo

El Playazo de Rodalquilar
Playa del Arco
Playa El Genovés
Cala Carbón
Monsul
Fort Bravo







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